En abril, Agustina sopló su primera vela y nos hacía muchísima ilusión celebrarlo por todo lo alto (pero con mucho mimo). Así que decidimos organizar algo íntimo y especial en nuestro nuevo espacio. ¿El nombre del evento? La Jarana. Nos encanta cómo suena: tiene ese rollo fiestero, alegre y un poco gamberro que nos representa al 100%.
Convertimos el estudio en un escenario de primavera con alma de picnic. Manteles de cuadros en tonos pastel (azul, rosa, amarillo), ramos de mimosa a lo loco y velitas encendidas que daban calidez y magia. Una mesa bonita, sin pretensiones, donde lo informal y lo cuidado se daban la mano para montar el aperitivo más ideal del universo.
Por supuesto, Agustina Vermut fue la protagonista líquida de la tarde. Y para acompañarla, un festín: gildas, tablas de queso, hummus, ensaladilla de naranja, quiché de puerro… Todo al centro, para picotear, compartir y repetir sin vergüenza.
Y ojo al cartel: invitamos a seis mujeres maravillosas, de esas que inspiran y dan conversación para rato. Venían del mundo de la música, la abogacía, el teatro, la cocina, la política… ¡Un dream team! Aceptaron venir sin saber a qué ni con quién, y acabaron riéndose como si se conocieran de toda la vida. La energía fue brutal. Hablamos, compartimos vivencias, nos escuchamos de verdad… y nos dimos cuenta de lo poco que nos paramos a mirarnos bonito.
Ese día aprendimos que hay mucho poder en compartir. Que cuando se juntan las personas adecuadas con vermut, comida rica y un plan con alma, pasan cosas mágicas.
Y así fue La Jarana: un encuentro de sinergias, como lo fue el nacimiento de Agustina. No podía celebrarse de otra forma.